Surcamos las aguas sagradas del Nilo en una Faluca tradicional, envueltos por
la caricia del viento y la luz dorada del atardecer en Luxor. Una travesía
serena, inolvidable que nos invita al silencio interior, al ritmo lento del alma que
despierta. En este viaje, la contemplación se convierte en meditación, y el río
nos susurra memorias antiguas que solo el corazón puede comprender.
