Frente al amanecer del Valle de los Reyes, se alzan dos gigantes silenciosos: los Colosos de Memnón. Estas estatuas de más de 18 metros de altura representan al faraón Amenhotep III mirando al sol naciente, guardianes de la que fue su tumba y que han custodiado la entrada de su templo funerario durante más de 3.400 años.
A lo largo de los siglos, han sido símbolos de misterio, leyenda y resistencia. Los antiguos griegos creían que una de las estatuas cantaba al amanecer, como un saludo a su madre, la diosa del alba, asociándolos con el mítico Memnón, hijo de Eos.
Hoy, los Colosos son un símbolo del despertar interior, del equilibrio entre lo inmóvil y lo eterno, y una parada obligatoria para conectar con la historia viva y con nuestro propio sentido de eternidad.